Diego Matus

Ranchu Gubiña
,
Unión Hidalgo, Oaxaca. 

Diego Matus (1999) es un artista visual e Ilustrador cuya práctica holística se nutre de la gráfica como mediación entre cuerpo, memoria y territorio. Explora vínculos entre lo íntimo y lo colectivo desde una sensibilidad que entrelaza arte, palabra y naturaleza.

Su trabajo propone la creación como un espacio de orientación y acompañamiento, donde la intuición, la forma y lo sensorial dialogan con la cosmovisión Binnizá para imaginar otras formas de percibir el tiempo, lo viviente y lo común.


statement 
guendaabiani’
cv 







statement




Crear, para mí, es sembrar desde adentro.

Es un gesto intuitivo que me permite cultivar imágenes en las que se entrelazan lo simbólico, la memoria y el territorio. Pienso la práctica artística como un jardín interior: un espacio fértil de observación sensible donde la imagen se convierte en lenguaje vivo, capaz de traducir emociones complejas y activar formas de conocimiento no lineales, sensibles y situadas.

Me interesa explorar lo visual desde una aproximación abierta y multidisciplinaria, donde los procesos gráficos, matéricos y simbólicos se cruzan sin jerarquías. Pienso la gráfica como un lenguaje flexible, capaz de habitar distintos formatos y soportes, desde la virtualidad de una ilustración hasta la materialidad pictórica, sin perder su potencia como espacio de encuentro y reflexión. Valoro la posibilidad de experimentar sin limitarme a un solo medio, y encontrar en esa apertura un camino de búsqueda, acompañamiento y resonancia.

Mis procesos se nutren de una escucha íntima. Me interesa experimentar con materiales que dialogan entre lo orgánico y lo tradicional, permitiendo que cada imagen encuentre su propia forma de manifestarse. Desde pigmentos naturales y elementos recolectados del entorno hasta el grafito, óleo y acrílico. Esta apertura me lleva a preguntarme cómo los materiales resisten al tiempo y cómo la gráfica puede sostenerse desde lo sensible, lo vivo y lo mutable.

Mi lengua materna es el zapoteco, una raíz profunda que atraviesa mi historia personal y colectiva. Aunque no la hablo con fluidez, he comenzado a nombrar mis proyectos en zapoteco como un acto de aprendizaje, reivindicación y afecto. Este gesto de nombrar desde mi lengua es también una manera de sanar una herida cultural, de construir una relación íntima con el idioma que hablaban mis abuelas y de crear puentes entre memoria, identidad y creación. Las palabras en zapoteco no sólo nombran, sino que convocan mundos, afectos y formas de habitar el tiempo y el territorio que resisten a la pérdida.

Mi inspiración proviene de mis raíces culturales, de los relatos orales, de los recuerdos y los sueños de infancia. Me nutren también el pensamiento mágico, el subconsciente, el sonido y la diversidad de formas de lenguaje. Estas genealogías afectivas configuran una mirada que valora nuestra percepción del tiempo a través de lo material e inmaterial.

Desde una perspectiva situada y decolonial, mi práctica busca imaginar otras formas de existencia y relación con lo viviente. Crear no es para mí un acto fijo o visual en sentido estricto, sino un espacio de presencia donde diferentes modos de sentir, pensar y habitar se entrecruzan. Es una forma de resistir las estructuras que fragmentan, y un portal para abrir caminos más fértiles, sensibles y libres.

















































 
diegomatusenriquez@gmail.com















































otoño, 2025.